Publicado por Tina Winterlik aka Zipolita | Blog Adventurez in Mexico
Durante años, Zipolite fue un lugar donde el tiempo se desaceleraba, donde las hamacas se mecían con la brisa y por $50 pesos podías dormir en un cuarto sencillo frente al mar. Recuerdo cuando las comidas eran básicas, frescas y accesibles—y lo que atraía a la gente era la magia de la sencillez, la belleza salvaje y la amabilidad de la comunidad.
Hoy, todo se siente diferente.
Se construyen condominios donde antes había palmeras. Los precios se han disparado—algunas comidas cuestan más que en Canadá. Los turistas llegan esperando agua caliente, aire acondicionado, Wi-Fi rápido, albercas… y cuando falla la luz o algo no sale como esperaban, culpan a los locales. Pero ellos no son la causa—ellos están sobreviviendo, adaptándose y trabajando más duro que nunca en un sistema cada vez más complicado.
Y aún más preocupante, en los últimos años ha surgido una mezcla rara de turismo espiritual y explotación—personas vendiendo experiencias de “sanación” y retiros de yoga sin entender realmente la energía de esta tierra ni la profundidad de su cultura. Lo que comenzó como un espacio sagrado, en algunos rincones, se ha convertido en mercancía.
Y luego está la basura. La falta de respeto. Sexo en la playa a plena luz del día, turistas entrando completamente desnudos a los restaurantes, condones abandonados en la arena. Esto no es libertad. Esto no es nudismo respetuoso. Esto no es Zipolite.
He guardado silencio por un tiempo. He observado. He rezado. Y he dudado—porque no quiero causar más conflicto ni hablar por encima de quienes tienen raíces profundas aquí. Pero tampoco quiero que el silencio se convierta en consentimiento.
Escribo esto no para criticar, sino para recordar.
Zipolite es especial. Es sagrado. Nunca fue pensado como un resort, y nunca fue pensado para venderse.
Si vienes aquí—por una semana o para quedarte—ven con humildad. Ven con gratitud. Ven con el deseo de aportar, no solo de llevarte algo.
Esta tierra le pertenece a la naturaleza. Le pertenece a la gente que la ha amado mucho antes de que se hiciera popular en redes sociales. Honremos ese espíritu—antes de que desaparezca.
Con amor y memoria,
Tina Winterlik aka Zipolita